La meditación en niños
La idea
de enseñar a meditar a los niños es bastante nueva en el mundo occidental,
aunque en Oriente hace muchísimo tiempo que la meditación constituye una parte
esencial de los primeros niveles de la educación escolar, cuando inculcan a los
niños una serie de técnicas que les serán beneficiosas a lo largo de toda la
vida.
La meditación es una forma
de conocerse a uno mismo, una herramienta más de
educación, ya que no hay conocimiento más útil que saber quien es uno mismo.
Con la meditación, niños y adultos pueden aprender a ver el mundo desde lo más profundo
de sí mismos.
Para ello, si vuestro hijo no
tiene la oportunidad de meditar en clase, existe la posibilidad de meditar por su propia cuenta.
Por ello, ahí van algunos consejos de iniciación:
- La ambientación es fundamental. Elegid un lugar limpio, cálido y lo más sencillo posible para que los distintos estímulos no distraigan al niño. Si tenéis jardín o terraza servirá en verano o primavera, lo mismo que en una playa solitaria o en el campo, pero, en cualquier caso, un rincón de la casa también debería bastar.
- Enciende una o varias velas, coloca cojines para acomodar el trasero y adorna la sala o el sitio con alguna imagen que evoque la trascendencia, como una cruz si eres creyente o cualquier otro símbolo. También es aconsejable encender incienso o preparar vapores de hierbas para estimular el olfato con olores agradables.
- La postura debe ser especialmente cómoda y nada forzada. Existen pequeños bancos para facilitar las posturas de meditación. Piensa que los niños suelen ser inquietos y se moverán si no encuentran la postura cómoda. es importantísimo que el niño pueda encontrar sin mucho esfuerzo un silencio interior que le ayude a serenarse.
- Finalmente, el mudra es el gesto que cada cual debe encontrar para “activar” la meditación. El típico movimiento de los dedos de los budistas e hinguistas con los dedos pulgar e índice o corazón es el más conocido.
- Podemos empezar. Deberás guiarle, primero, con la respiración, facilitándole la consciencia de la propia postura y del recorrido del aire que inhala. Dentro de un ambiente de silencio, repasa cada parte del cuerpo, proyecta imágenes mentales que le ayuden a evadirse y a mirar dentro de sí y ayúdale a sentir el propio bienestar.
- Una vez adquirido ese punto, deja pasar el tiempo y permite que libere sus pensamientos compartiendo el silencio. Tal vez en fases más avanzadas podrás ayudarle a guiar sus pensamientos hacia el autoconocimiento, hacia lo que siente, o tal vez él mismo sea capaz de llegar a la introspección por sí solo.
- La meditación puede durar minutos u horas, depende de cada persona y del momento por el que atraviesa. Respeta lo que la mente del pequeño o el adolescente mande, y no lo fuerces porque tal vez no es su momento. La meditación tiene efectos si quien la hace cree en sus beneficios, así que es primordial no luchar contra las sensaciones.