sábado, 12 de abril de 2014

QUÉ ES LA MOTIVACIÓN Y PARA QUÉ NOS SIRVE?




La motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta de la persona hacia metas o fines determinados; es el impulso que mueve a la persona a realizar determinadas acciones y persistir en ellas para su culminación. La motivación es lo que le da energía y dirección a la conducta, es la causa del comportamiento.
La motivación, es un proceso que pasa por varias fases. Inicialmente la persona anticipa que se va a sentir bien (o va a dejar de sentirse mal) si consigue una meta. En un segundo tiempo, se activa y empieza a hacer cosas para conseguir dicha meta. Mientras vaya caminado hacia ella, irá evaluando si va por buen camino o no, es decir, hará una retroalimentación del rendimiento. Y por último, disfrutará del resultado.

Existen muchas diferencias individuales respecto a lo que realmente le interesa a cada individuo. Es decir, cada persona tiene sus propias motivaciones que pueden ser muy diferentes a las del resto. También, hay personas que cuentan con mucha energía para conseguir sus metas y otras que no tienen tanta. A menudo oímos lo importante que es estar motivado para lograr lo que uno se propone, sin embargo, no todos perseveran en conseguir las metas propuestas. 

La motivación es dinámica, está en continuo movimiento de flujo, es un estado de crecimiento y declive perpetuo. Hay días en los que se puede notar mucha energía para luchar por algo y otros en los que cuesta mucho arrancar una conducta.
Teniendo en cuenta las características tan complejas que tienen los procesos de motivación hay algunas cosas que se pueden hacer para aumentarla.        
¿Qué cosas puedes hacer para aumentar tu motivación?
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  • Desarrolla un buen plan de acción. Divide tu meta final en pequeñas submetas. Estas serán hitos que irás consiguiendo y sentirás que te acercan a tu meta final. No olvides celebrar cada uno de ellos.
  • Guarda tu energía física y psíquica, para emplearla en lo que realmente quieras conseguir. No la malgastes en cosas que te alejen o te distraigan de tu objetivo.
  • No escatimes en esfuerzos y decisiones. Esto es, si hace falta un paso determinado para alcanzar tu objetivo: hazlo. En ocasiones tenemos que dedicar tiempo, en algo a corto plazo para conseguir el objetivo a largo plazo. Míralo como una inversión no como una perdida de tiempo.
  • Nunca pierdas de vista tu objetivo. Cuando aparezcan inconvenientes, asúmelos como parte del proceso. Todo tiene su lado positivo y su lado negativo. En el momento en el que decidiste luchar por conseguir esa meta, no te importó asumir que ibas a tener que hacer cosas difíciles para obtenerla.
  • No gastes tiempo en quejarte, sólo te quita energías y no te soluciona nada.
  • Oblígate a actuar. Habrá ocasiones en las que tengas poca energía y otras en las que tendrás que realizar tareas que no te gusten. En estos casos: autocontrol. Oblígate a hacerlo, no pienses en si tienes ganas de hacerlo o no. De hecho, no te hacen falta "tener ganas" para hacer las cosas. Todos hacemos muchas cosas a lo largo del día, que no tenemos ganas de hacer, y las hacemos, y una vez que las hacemos, nos damos cuenta de que no son para tanto. Primero se hacen las cosas y luego entran las ganas. Lo hago y punto, no pienso si me apetece o no.
  • Aprovecha los días en los que te encuentres más alegre, optimista y con más energía para hacer las cosas que te cuestan. Es en esos momentos, en los que podrás realizar una tarea difícil, o podrás llamar a esa persona con la que te cuesta hablar.
  • Rodéate de personas optimistas, que luchan por lo que quieren conseguir. Todo se contagia, el pesimismo y el optimismo. 
  • Fíjate en la parte que llevas conseguida, no en la que te queda por conseguir.
  • Y, sobre todo: disfruta del camino. Porque el ser humano disfruta de la ilusión cuando lucha por las cosas, no cuando las consigue. Una vez que hayas conseguido tu meta, tendrás que buscar otra nueva para volver a ilusionarte. 

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ANIMO TU PUEDES, NO IMPORTA LA META, LO IMPORTANTE CADA DÍA ES LA PERSEVERANCIA PARA LLEGAR

EXITO EN LAS VENTAS Y OPTIMISMO


Por Ana Muñoz

El éxito, depende del perseverar cada día

 

A la hora de tener éxito en el trabajo, o en cualquier tarea que emprendas, son varios los factores que pueden estar interviniendo pero, en muchos casos, el nivel de optimismo que tenga una persona puede ser un factor clave para determinar el éxito o el fracaso.
Supongamos, por ejemplo, que estás tratando de vender un producto y necesitas encontrar clientes potenciales. Tal vez empieces con un gran entusiasmo, presentando el producto, explicando sus virtudes a los posibles clientes, respondiendo a sus preguntas e informándoles una y otra vez sobre todas sus características, esperando hacer una venta lo antes posible, pues tu comisión depende de ello.
Supongamos también que tienes dotes para ser un buen vendedor: caes bien a la gente, sabes informales con claridad sobre el producto, su utilidad y sus características, inspiras confianza y no haces que se sientan presionados o agobiados.
Pero a pesar de esto, pasa el tiempo y no logras hacer ninguna venta. ¿Cómo reaccionas en este momento? La respuesta a esta pregunta puede ser fundamental a la hora de predecir si podrás ganarte la vida con este trabajo o si harás mejor en buscarte otro. Y es aquí donde el optimismo juega un papel importante. 

El vendedor optimista
No se rinde con facilidad, es perseverante, no se ve demasiado afectado por el fracaso, sino que lo utiliza para aprender, se pregunta qué está haciendo mal y qué puede mejorar y lo pone en práctica. Es capaz de ver su trabajo como una serie de experimentos que sirven para ir comprobando qué estrategias funcionan y cuáles perjudican su actividad, y cada día es una oportunidad para aprender algo nuevo y ser mejor vendedor.
Cuando llega una mala racha no se culpa por no estar vendiendo, sino que tiene en cuenta las circunstancias externas. Sin embargo, a pesar de ser básicamente optimista, tiene también una buena dosis de realismo, de manera que sabe reconocer qué parte de culpa o responsabilidad es de las circunstancias externas (por ejemplo, una situación de crisis), y qué parte le corresponde asumir. Si sabe que está siendo culpa suya no se dedica a auto flagelarse emocionalmente, sino que pone en marcha su mente para buscar soluciones.
Ve interesantes retos a superar donde otros ven el fin del mudo y afronta las dificultades con afán de superación y entusiasmo, como oportunidades de hacer algo difícil y saborear luego aún mejor su éxito.

Los malos vendedores
Para ser un mal vendedor, basta con hacer algo de lo siguiente… O una mezcla de todo si tu objetivo es que te den el premio al peor vendedor del año:

1. El vendedor narcisista. Empieza el trabajo pesando que es mejor que nadie y que venderá el producto con rapidez, consiguiendo más ventas que cualquiera de sus compañeros. Conforme pasa el tiempo y no logra vender nada, su exagerada autoestima empieza a verse dañada. La distancia entre lo que esperaba que sucediera y la realidad es tan grande que le produce un impacto tremendo y una dura caída. Ante esta situación, es muy probable que abandone, diciendo que no le gusta ese trabajo e infravalorándolo.

2. El vendedor inseguro y pesimista. Empieza el trabajo con dudas acerca de su capacidad para vender, no se considera del todo preparado y espera el fracaso. Seguramente se muestre ante los clientes de manera poco convincente, da la impresión de no creer en el producto o no de querer vender (en realidad tiene miedo a fracasar) y abandona con rapidez. No será capaz de persuadir al cliente indeciso y perderá oportunidades por su falta de confianza y baja autoestima.

3. El vendedor indiferente. Intentará acercarse a los clientes con aire de condescendencia, como si no le importara mucho vender o no vender, no aportará mucha información sobre el producto, sino que se limitará a responder brevemente a las preguntas del cliente sin aportar información adicional de manera espontánea. Los clientes se sentirán menospreciados por este comportamiento y sentirán rechazo hacia el vendedor. Tal vez esta actitud del vendedor sea solo un modo de proteger su autoestima de los fracasos, pero es un modo muy poco efectivo, que le llevará precisamente al fracaso más rotundo.

4. El vendedor demasiado amigable. Te hablará de sí mismo, de su vida, de sus intereses, te hará preguntas personales y, en definitiva, tendrás la sensación de que has ido a una cita a ciegas, en vez de a comprar un coche o cualquier otro producto, y te marcharás pensando que has hablado de todo, excepto de aquello de lo que querías hablar. Y, por supuesto, si a todo esto le añadimos una buena dosis de pesimismo, será incapaz de soportar los muchos "fracasos" y pérdidas de clientes que pueden tener lugar entre una venta y otra.